martes, 14 de julio de 2009

Soy la última estrella más grande del mundo


"No soy la última estrella más grande de Hollywood, soy la última estrella más grande del mundo". Sofía Loren, de 74 años, bromeaba ayer sobre su longevidad y su divismo antela atenta mirada de más de un centenar de periodistas que ayer se tiraron literalmente sobre la intérprete italiana.

Venía a inaugurar un monumental crucero -"el séptimo de mi carrera de artista", dijo- de la compañía italiana MSC. La última diva del Hollywood dorado, con permiso de una Elizabeth Taylor más que retirada del ruedo público, no defraudó: llegó embutida en un traje negro que dejaba poco a la imaginación de los ferroviarios chilenos que llaman Sofía a sus locomotoras de sinuosas curvas. Melena (¿peluca?) moldeada, joyas deslumbrantes y unas enormes gafas de colores con incrustaciones a juego hacían brillar a la actriz de Matrimonio a la italiana.

Hasta tres veces le preguntaron por sussecretos de belleza. ¿Un pacto con el diablo? ¿El mejor cirujano del mundo? Parecía que los periodistas no querían irse sin el teléfono de ambos. "Es un secreto", repetía coqueta el mito erótico de los sesenta y los setenta. ¿Un retrato guardado en un armario? Al final, quizás porque el reportero hizo un juego de palabras con su belleza y el nombre del barco (Splendida), confesó qué la hace tan especial: "Quizá es mi pasión por la vida, por mi profesión". Esta vez, la Loren, fue más sutil. En una de sus primeras entrevistas en Hollywood, cuando apenas era una voluptuosa jovencilla italiana, espetó: "Todo lo que ven se lo debo a los spaghetti".

Será la pasta la que le permite ser chica Pirelli en la setentena o cantar y bailar en la versión cinematográfica del musical Nine, basado en el clásico 81/2 y dirigido por Rob Marshall. "Se trata de un musical bellísimo, fantástico, que se estrenará el próximo 25 de noviembre en Nueva York", afirmó orgullosa. Y añadió: "Es una película coral, pero debo destacar el papel de Daniel Day Lewis. Creo que es el mejor actor del mundo". No dijo si mejor que su amado Marcello Mastroianni, con quien compartió planos en emblemáticas películas, como Una jornada particular. Aunque el Oscar se lo pusieron en bandeja Jean Paul Belmondo, Vittorio de Sica y Carlo Ponti -su marido, productor y pigmalión- en 1961 con Dos mujeres. Tres décadas después la Academia le otorgaba el Honorífico y la declaraba "tesoro universal del cine".

Habló de Day-Lewis, pero ni parpadeó al mencionar a sus compañeras de reparto: Marion Cotillard y Penélope Cruz, las europeas de moda, que comparten cartel con Catherine Zeta-Jones y Nicole Kidman. "Todas lo hacen a la perfección", dijo diplomática.

Aunque hubo caos y poco tiempo para las preguntas -la prensa del corazón se abalanzó sobre la napolitana para pedirle que dijera que amaba tal o cual programa español de una cadena amiga o entregarle una tortilla de patatas-, Loren habló del próximo rodaje de una miniserie italiana biográfica: "Interpreto a mi propia madre -también era actriz, debía serla doble de Greta Garbo pero su familia no la dejó viajara EE UU-.Es un papel muy especial". Y tiene que serlo: debutó de su mano haciendo de extra en Quo Vadis? en 1951 y se puso en su piel en 1980 en Sophia: su propia historia.

La Loren (con su artículo delante para engrandecerla más si cabe) arrasó en su paso por Barcelona. Siempre contundente, escueta, clara. "No soy de Berlusconi, hago de actriz y paso", sentenció.

Penélope Cruz y sus recuerdos de España
Sofía Loren fue escueta en sus respuestas. ¿Podría interpretar Penélope Cruz a la actriz en una miniserie biográfica? "No". ¿Le gustaría? "No lo sé". A la española la han comparado con ella, pero no parece estar de acuerdo. Fue más generosa en sus elogios a España: "Tengo muy buenos recuerdos. Antes de instalarme en Hollywood, cuando apenas hablaba inglés, aquí rodé muchos filmes. Fue divertido".

Fuente: ADN

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